Por: Santiago García-Clairac
Con la colaboración de: Javier Fernández Jiménez
¿Cómo llegas al Premio Cervantes Chico?
La primera vez que tuve noticias del Premio Cervantes Chico de Literatura Infantil y Juvenil de Alcalá de Henares fue en el año 2004, cuando me llamaron para comunicarme que lo había ganado.
Lo cierto es que ya había oído hablar de él, pero llevaba inactivo desde el año 1999 y todos pensábamos que estaba finiquitado. Fue una sorpresa saber que, después de cuatro años de hibernación, lo habían resucitado y que yo era el escritor elegido para relanzarlo.
La Concejalía de Educación decidió retomarlo e inició las gestiones necesarias para darle una segunda oportunidad. Fue un gran acierto que el tiempo ha recompensado.
En el año 2004 no había jurado y los responsables de la concejalía recabaron información preguntando a profesores, libreros, periodistas, lectores expertos. También consultaron revistas especializadas y blogs, y buscaron todo lo que pudiera aportar datos sobre los autores actuales a fin de hacerse una idea de los mejores candidatos a recibirlo.
Por lo que más tarde supe, creo que siguieron el mismo sistema que en ediciones anteriores. A pesar de que los organizadores habían cambiado, los técnicos del ayuntamiento, seguían siendo los mismos y ya conocían el mecanismo utilizado en la etapa anterior, que consistía en lo que he explicado: preguntar a expertos.
Durante el proceso la concejalía reunía información sobre candidatos y después tomaba la decisión en solitario. Es decir, que el premio siempre ha estado en manos de la Concejalía de Educación y del Ayuntamiento.
El primer acto que se celebró fue una rueda de prensa en la que el concejal de educación explicó a los periodistas los motivos por los que me habían dado el premio.
Me emocionó especialmente ver que tenía entre las manos uno de mis libros, Maxi presidente, en el que había subrayado ciertas frases e iba desgranando algunos aspectos que le habían llamado la atención.
Para mí, fue algo inesperado estar al lado de un concejal de Educación que se había leído uno de mis libros. Ese pequeño detalle a muchos les parecerá poco importante, pero a mí me deslumbró. En su discurso explicó los motivos que habían llevado a la concejalía a otorgarme el Premio Cervantes Chico 2004.
Y fue, precisamente, mi personaje favorito, Maxi, el que me ayudó a ganarlo.
Siempre he dicho que lo que vino a continuación, la relación posterior, nació en ese sencillo acto de haber leído algunos libros míos para documentarse sobre mí. Luego, me enteré de que el Concejal, Francisco Bernáldez, era docente y todo encajó.
Ese día, fue el primero de nuestra fructífera relación posterior.
Días después, se celebró el acto de entrega del premio. Fue en el extraordinario salón de plenos del ayuntamiento, donde el alcalde en persona, Bartolomé González, me entregó una placa y una escribanía.
A continuación, me dieron la oportunidad de decir algunas palabras sobre la importancia del premio en la literatura infantil y juvenil en general.
Se rieron mucho cuando dije que me había impresionado ver que un concejal entregaba un premio habiendo leído los libros del autor. También añadí que les felicitaba por haber devuelto a la vida al Premio Cervantes Chico, al que todo el mundo había dado por desaparecido. Dije que este premio venía a cubrir un hueco necesario y que enriquecía el mundo de literatura infantil y juvenil ya que no existía ningún galardón similar.
Después, hubo un pequeño cóctel que se celebró en el jardín del ayuntamiento. Allí encontré algunos medios locales que me hicieron entrevistas. Otros llamaron para concertarlas.
Anuncié que estaba trabajando en un libro infantil que contaba la historia de un niño que había viajado en uno de los trenes que partió de Alcalá de Henares el 11M. Ese libro se publicó meses después, en la colección El Barco de Vapor de la editorial SM, con el título de En un lugar de Atocha. Recuerdo que a los periodistas les llamó mucho la atención que se tratara un tema tan delicado para niños. Les expliqué que estaba escrito pensando en los niños y que consideraba necesario que alguien les contara, en su propio lenguaje, qué era lo que había pasado.
La gala, que no se celebraba entonces en el Salón Teatro Cervantes, sino en el Auditorio Paco de Lucía, se realizó aquella misma tarde y resultó de una magnitud impresionante.
Yo ya estaba acostumbrado a auditorios llenos de niños, pero nunca había estado con chicos y chicas que estaban ahí por haber tenido una actitud especial. Este premio forma parte de una actividad de fomento a la lectura y los alumnos y alumnas estaban integrados en él.
Después de algunas palabras del alcalde, me dieron la oportunidad de hablar a los niños. Finalmente, les entregamos el diploma correspondiente y algunos libros donados por las editoriales, que después firmé y dediqué.
Sólo puedo decir que fue una jornada que no olvidaré nunca. Y no sólo por el premio, también por el calor humano. Jamás me había sentido tan bien tratado por personas que apenas me conocían o a las que no había visto en mi vida.
Así entré a formar parte de la lista de ganadores del Premio Cervantes Chico.
Pocas cosas puedo añadir salvo reiterar mi agradecimiento a las personas que hicieron posible esta inigualable experiencia.