DÍA 3 - DOMINGO, 14 DE NOVIEMBRE DE 2021
Hoy es el último día y lo sabemos. Las bromas sobre la visita de la noche anterior no cesan y nos alegran el desayuno. No creo que olvidemos esa visita durante mucho tiempo. El guía tampoco.
Apenas hemos empezado a desayunar cuando alguien dice: "¿Habéis oído a los cazadores esta madrugada?" Algunos sí y otros no. "Serían las seis de la mañana cuando varios cazadores han salido de sus habitaciones y han desfilado por todo el pasillo, pisando fuerte con sus botas, haciendo un ruido del demonio. Luego, abajo, se han puesto a hablar a voces, han encendido los motores y se han marchado. Ha sido terrible. Me han despertado". Se refiere a los que vimos llegar los días anteriores. Por supuesto, venían cargados con sus armas.
Comentamos el asunto, pero no podemos hacer nada. No nos servirá quejarnos. Ya está hecho y mañana ya no estaremos. Por lo que cuenta, ha sido tremendo, teniendo en cuenta que el suelo es de madera.
Lola y Fernando se marchan después del desayuno. Les espera un largo viaje y prefieren irse pronto. Los vamos a echar de menos.
Nos quedamos a charlar y sale el tema profesional. hablamos de lo mal que van las presentaciones de libros en las librerías. La gente no asiste a menos que tenga un compromiso personal con el autor, la editorial o la librería. El público solo asiste cuando se trata de autores mediáticos y Youtubers.
Estamos de acuerdo en que tendrán que cambiar su metodología. Elena comenta algunas fórmulas que usan varias editoriales, como organizar desayunos de trabajo.
Vuelve a salir de tema del La Bestia (puede que sea la tercera o cuarta vez). Las dudas sobre la transparencia de los jurados se pone de manifiesto. No es que pensemos que hacen trampas, pero siempre hay gente que lanza sombras de sospechas sobre los jurados. Yo creo que habría que tener cuidado con esas afirmaciones ya que, cuando se lanzan sin pruebas, pueden volverse en contra. En cualquier caso, estamos de acuerdo en que la novela es muy entretenida.
Hay en general una idea que consiste en atacar a aquellos libros que se venden mucho. Parece que valen menos que los otros, los que apenas se venden. Cosa muy curiosa, teniendo en cuenta que todos los escritores tratamos de vender mucho. Contradicciones de la vida.
El debate se alarga hasta que tomamos la decisión de salir a dar una vuelta por el casco histórico par visitar monumentos e iglesias. Hoy no hay ningún plan previsto y estamos relajados. Preferimos quedarnos en Andújar y marcharnos después de comer.
Al salir del hotel, que está situado en las afueras, en una zona de locales de ocio que yo denomino como la zona americana, ya que está sembrada de hamburgueserías y gasolineras extranjeras, con edificaciones bajas, al estilo americano, Elena se despide y se marcha, Se va a Motril y tiene un buen trecho de carretera. "Cuidado con los bichos", le dice alguien, mientras se aleja.
Llegamos a la librería Kiki y nos encontramos con Isabel, con la que hemos quedado para guiarnos por el centro de Andújar y enseñarnos algunos lugares interesantes que ampliarán la visita de anoche.
A paso lento pero seguro, llegamos a la plaza del Ayuntamiento, cuyo magnífico edificio tiene una larga historia. Visitamos la iglesia que se alza a su izquierda y después nos dirigimos de nuevo a la iglesia de Santa María, que ya conocimos la noche anterior.
El recorrido se hace muy interesante ya que se salpica con pequeños detalles de nuevas leyendas, más terrenales, pero realmente interesantes y muy sangrientas.
Nos encontramos con un autor local que es gran conocedor de la historia de Andújar. Charlamos un rato con él, a la vez que nos ilustra sobre algunos hechos de la ciudad.
Poco a poco, llegamos a la amplísima zona peatonal de Andújar y el paseo se hace muy agradable debido, a la poca aglomeración y al buen tiempo. Me llama la atención ver que apenas hay ciclistas. No es que lo critique, al contrario, me encanta caminar sin el temor de verme atropellado por estos chismes de dos ruedas que intentan convivir con los peatones a costa de convertirlos en víctimas de su invasión.
Nos detenemos en una cafetería para recuperar fuerzas y damos un último empujón a nuestro paseo.
Entre bromas y veras, hay algunas voces que dicen que este paseo ha sido mucho más instructivo que el de la noche anterior, cosa que comparto plenamente.
Para terminar, acabamos en el mismo restaurante de la noche del viernes. pero ahora, el misterio de los nombres de los platos y no lo es tanto ya que sabemos lo que se oculta tras esos enigmáticos nombres.
Comemos tranquilamente y vamos notando que la visita se está acabando.
Volvemos a comentar el libro de La Bestia. "Lo que está claro es que en este grupo hay tres lectores, lo que significa que se está vendiendo", concluye Roberto, para finalizar la conversación y responder a lo que nos estábamos preguntando: "¿Se venderá bastante como para recuperar el millón de euros que les han dado?"
Llega un mensaje de alguien del grupo que nos informa de que le han dicho que, días atrás, ha estado en contacto con una persona que acaba de dar positivo en la prueba del Covid. Nos pide que prestemos atención a los síntomas durante las próximas horas y días ya que podría haberse producido un contagio en cadena.
Para finalizar, y antes de separarnos, les hago una foto a mis cinco compañeros para poder hacer a cada uno un dibujo igual que los que hago a los niños en las dedicatorias.
Isabel nos acompaña hasta el hotel y allí nos despedimos casi con lágrimas en los ojos. Hemos pasado muchas horas juntos y nos cuesta separarnos. Además, parece que no, pero las bromas sobre los muertos, las hachas, los fantasmas y las gotas de sangre, han creado un ambiente especial.
Toñi y Germán también regresan a Málaga después de haber entregado una botella de vino malagueño y unos bizcochos, que traía para todo el grupo pero Eva, que es más rápida que el viento, consigue el botín. Yo sonrío, pero me he quedado a dos velas.
En algún momento, recibimos un mensaje de Elena que dice que ha llegado a su destino pero que ha tenido un accidente doméstico: se ha dado un golpe en la cabeza y ha sangrado. Le recomendamos que vaya a Urgencias para que le pongan una grapa, pero es una chica valiente y dice que ya se apañará.
Ya en el coche, Roberto al volante, Eva en el asiento trasero y yo de copiloto, emprendemos el viaje de vuelta. Apenas hay tráfico y salvo una pequeña retención a causa de un accidente, el viaje es rápido y tranquilo.
Hablamos mucho sobre el negocio de los libros durante las tres horas que dura el viaje: ¿Cómo afrontar los nuevos tiempos? ¿Qué hacer para vender más? ¿Qué interesa a los lectores? ¿Cómo acceder a los colegios? Y un sinfín de temas que nos preocupan a todos. En fin, son muchos los asuntos que no inquietan y logramos tocar muchos de ellos, aunque no llegamos a ninguna conclusión clara. Alguna chispa de idea sí que surge. ya veremos si han servido de algo.
Llegamos a Madrid y se acercan al hotel para refrescarse ya que hemos quedado para ir a cenar a un restaurante cercano a mi casa.
Cenamos en el Mákkila, cuyo nombre significa "vara de mando", y acabamos con una tarta de chocolate sin azúcar que quita el sentido. Espléndida cena y ambiente tranquilo.
Tal y como les había prometido, les acompaño hasta el cercano parque para enseñarles algo sorprendente: restos del muro de Berlín. La pena es que la iluminación apenas permite ver los tres bloques de cemento que decoran el parque. La oscuridad, que no es total, permite sentir la presencia de los tres paneles, igual que la noche anterior, el guía quiso hacernos sentir la presencia de los fantasmas. Me sorprende que mis dos acompañantes pueden ver que los paneles de cementos están llenos de pintadas. Menuda vista tienen.
Y así finaliza un viaje que empezó cruzando un puente romano y termina ante los restos de un muro histórico, que representó para muchas personas la línea entre la libertad o la opresión. Un puente y un muro, dos símbolos de sentido diferente. El primero sirve para unir y el otro para separar. Así ha sido nuestro viaje, unidos y separados. Pero con un gran recuerdo en el corazón.
Lo cierto es que de este viaje me queda el sabor de que hay muchos ingredientes novelísticos que, bien unidos, podrían servir de base para escribir una novela de terror. Quizá haga una sinopsis y la comparta con vosotros.
Espero que esta pequeña crónica os haya gustado.