UNA TORRE DE MIL METROS

¿ES POSIBLE CONSTRUIR UNA TORRE DE MIL METRO?

POR: ÁNGEL MARRODÁN, ARQUITECTO
 

 

Desde siempre el hombre ha intentado dar satisfacción a todos sus sueños y ambiciones. Quiso volar y fabricó ingeniosos artilugios, fracasando en sus inicios, pero aprendiendo de los errores para idear otros nuevos que le permitieron elevarse unos metros durante un mínimo espacio de tiempo. El aprendizaje, así como la evolución tecnológica permitieron, no siempre sin contratiempos y fracasos, el perfeccionamiento de los métodos de trabajo y la mejora en los objetivos.

Hoy, cuando hemos sido capaces de colocar en Marte, a 567 millones de kilómetros, un artefacto que permitirá estudiar las condiciones del planeta, incluida la posibilidad de vida allí, cualquier gran reto que podamos plantearnos en nuestro planeta, parece que se nos quedará pequeño. Pero nada es sencillo, ni siquiera cuando contamos con impresionantes avances tecnológicos. El listón está muy alto, pero su envergadura quedará cuestionada con el paso del tiempo. No hay límites. 

Después de estas consideraciones, parece que la cuestión planteada de inicio, debería quedar respondida con un rotundo "por supuesto que sí es es perfectamente posible construir un edificio de 1.000 m". Pero el problema es que la pregunta es quizá demasiado genérica. En realidad engloba cuestiones con la entidad suficiente para ser tenidas en cuenta por separado:

¿Es viable, tecnológicamente hablando, la ejecución de un edificio de 1.000 m de altura? ¿Contamos o podremos contar en el futuro con materiales que permitan el desarrollo de  ese proyecto tecnológico como éste?

¿Cualquier localización es valida para la implantación de este singular edificio?

¿Es seguro un edificio de tal envergadura? ¿Si la altura es proporcional a la vulnerabilidad, con qué medidas podemos contar para su protección?

¿Es posible cubrir razonablemente las necesidades energéticas, de suministro de agua potable, la evacuación ingente de residuos de este tipo de construcciones?

Salvadas todas las cuestiones anteriores, ¿puede defenderse desde el punto de vista económico este tipo de actuaciones? ¿Son más o menos sostenibles que otras tipologías?

A todo lo anterior podemos responder, que técnicamente es viable la construcción de edificios de estas y otras mayores dimensiones. Lo permiten la tecnología y los materiales que la industria buscan incansablemente, muchas veces incluso para fines diferentes a la acción de construir.

Hay que buscar, por supuesto, lugares adecuados para su ubicación. El terreno sobre el que se implanten estas construcciones debe ser consistente y estable. Llevado al absurdo, por pura lógica, a nadie se le ocurriría edificar en zonas pantanosas o con elevado riesgo sísmico, colosos de este tamaño. No vale, por tanto, cualquier ubicación. Debe encontrarse la mejor, solventándose con ello, bastantes de los problemas técnicos que deberán afrontarse.

Dadas las dificultades que entraña abastecer de energía, agua potable, provisiones de alimentos, parece necesario enfocar el edificio hacia la sostenibilidad, es decir hacia la autosuficiencia. Las energías limpias alternativas pueden mitigar, quizá evitar, la dependencia del edificio del exterior. La considerable generación de residuos y su manipulación en el interior debe estar cuidadosamente organizada, incluso tratada previamente para que la gestión posterior en el exterior de aquellos tenga el menor impacto posible.

La autosuficiencia es quizá otro factor que debe ser tenido también en cuenta en el apartado de seguridad. Al hablar de seguridad lo hacemos desde el punto de vista de la estabilidad del edificio y de su evacuación en caso de siniestro, con independencia de la probabilidad de predicción de la causa. Existen múltiples factores que pueden poner en evidencia una construcción tan alta, por lo que es imprescindible proveerles de medidas de seguridad excepcionales, como por ejemplo la detección y extinción automática de incendios.

Aunque en ultimo lugar, probablemente sería uno de los primeros temas a considerar. Se trata de la conveniencia de optar por una fórmula constructiva que supone una formidable inversión. Quizá la tecnología pueda permitirnos afrontar grandes retos como éste, que hace ya algún tiempo estaba entre las propuestas de algún arquitecto como Frank Lloyd Wraigth, que diseñó una torre de una milla de altura que nunca se llevó a la practica pero que quizá en un futuro no muy lejano y con otro diseño podrá desarrollarse en Arabia Saudi.

Será, por tanto, necesario encontrar el equilibrio entre lo que la tecnología nos puede permitir abordar y la utilidad, sostenibilidad, viabilidad económica, es decir, la pertinencia de edificar mediante esta fórmula.  


 

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