50 PALABRAS

 

 


Los escritores reflejamos en nuestros libros lo que vivimos en el mundo real. Todo lo que sentimos, ansiamos, odiamos, deseamos y soñamos, cobra vida en nuestros textos. Creamos personajes que interpretan nuestras obras con la mayor fidelidad posible. Así que nuestros personajes tienen algo de nosotros. Ellos son nuestro reflejo.

 

La primera página de un libro ya nos indica si nos va a gustar o no. Cuando esa primera página plantea con toda claridad el problema del personaje principal, es muy probable que nos interese. El comienzo es la clave para leer y escribir. Luego es demasiado tarde para remontar.


 


Siempre que escribimos una escena nos preguntamos mil veces si el lector la comprenderá correctamente. Por eso debemos esforzarnos, para ser bien comprendidos y perfectamente entendidos. Es la única manera de que el lector reciba el mensaje adecuado. La confusión es nuestra peor enemiga. La claridad es nuestra mejor aliada.

 

Da igual lo que un libro cuente, las páginas que tenga, las ventas que haya tenido o lo famoso que sea su autor. Cuando un lector abre un libro, busca algo que ni siquiera está escrito.  Lo que importa de un libro es el poso que deja en el lector.